Wilson Cuervo llegó a las tres de la mañana al Gran San, el centro de acopio y compra-venta de ropa económica más importante del país. Lleva tres bultos de ropa entre Jeans, chaquetas, blusas, camisas y uno que otro vestido. Su propósito es venderlo en su local de San Andresito, en Popayán. No importa la travesía: llegó y se va en avión y la mercancía que acaba de comprar se la llevan en un camión y le llega en un par de días. Con esos casi 20 millones de pesos en ropa, Wilson ya se hizo su diciembre.
Pero no solo es un centro comercial para empresarios que compran bultos y bultos de ropa. El bogotano de a pie, el humilde y el menos humilde también hacen del Gran San el lugar donde se visten a la moda, con buena calidad y a precios módicos. Es también el lugar donde los estratos más bajos compran las pintas de navidad porque el 24 y el 31 de diciembre pobres o ricos siempre estrenan algo.
Son las 6:30 de la mañana. Es miércoles de madrugón, una feria que se hace dos veces por semana en este lugar para comprar y vender mucha ropa al por mayor. Pero a diferencia de los otros miércoles de madrugón hoy inicia una maratón comercial. El Gran San no cerrará sus puertas en ningún momento desde este 14 de diciembre hasta el próximo 24 de Navidad. Según Diana Marcela Álvarez, la recién nombrada administradora del centro comercial, a esta hora han entrado cerca de nueve mil personas desde las dos de la mañana, hora en la que abrieron las puertas. El día de hoy –dice la administradora– pueden ingresar fácilmente 30 mil personas.
Patricia Gómez, vendedora de ropa para mujer, lleva 15 años trabajando en el Gran San. Cuenta, desde adentro de su local, que en un día de madrugón puede venderse cinco millones de pesos, y eso que es de las que menos vende, porque los reyes del negocio son los que venden jeans, quienes quintuplican sus números. Los jeans es el producto rey en este centro comercial popular, pero aquí se encuentra todo tipo de vestimenta. Hay ropa casual, elegante, informal y formal. En el Gran San se encuentran desde camisetas sencillas que pueden costar 15 mil pesos hasta elegantes vestidos de gala. Y todo es confección nacional. Algunas prendas llegan desde grandes fábricas de Medellín y Cali y otras son confeccionadas en Bogotá. Llegan directamente de la fábrica al Gran San y por eso son económicas, porque se eliminan a los intermediarios. Aquí hay ropa para niños, adolescentes y grandes; también los abuelos y las abuelas tienen lugares donde comprar en este gran centro comercial de tres pisos y 708 locales.
No solo los vendedores hacen su agosto en diciembre. Quienes cuidan las centenas de carros que se van turnando espacios en las aceras vecinas, o los coteros que cargan los bultos de ropa comprada y los llevan hasta los vehículos de los clientes, también hacen su diciembre. El cotero recibe cinco mil pesos por bulto cargado. En un buen día de madrugón pueden terminar con más de 200 mil pesos en el bolsillo. Quienes cuidan los carros se pueden cuadrar un día de cien mil. Durante los once primeros meses del año en el Gran San pueden trabajar dos o tres personas por local, unos dos mil empleados, pero en los días de madrugón o en la temporada de diciembre este número se dobla para atender la avalancha de clientes que llegan al lugar. En diciembre el Gran San genera más de cinco mil empleos.
En temporadas navideñas, en los pasillos que están a reventar, fácilmente se confunden compradores con vendedores. En días normales, los comerciantes atienden dentro de los 708 locales que hay en el lugar; pero en un día como hoy a estos locales formales se les suman unos 400 puntos instalados de manera improvisada en pasillos y zonas comunes. Entre dueños de locales y sus empleados suman alrededor de cuatro mil personas; sin contar la parte administrativa del lugar, los de vigilancia, los operativos y todos aquellos que hacen que el Gran San funcione así desde hace más de 10 años. Y, sobre todo, que sea el lugar de la moda económica, con precios que van desde los 15 mil pesos a los 100 mil, y se venden un billón de pesos, que en temporada navideña.
Tomado de: Las dos Orillas, Foto: Leonel Cordero.